Hace días hable con
Rogelio y me contó como se ganaba la vida en un pueblo llamado El Tigre, me
hablaba con gran orgullo de todo lo que era capaz de hacer para ayudar a la señora Carmen Blanco su mama de
crianza, ya que su progenitora Octavia Hernández había fallecido; animadamente
contaba como con dos burritos que costaron 100
bolívares, “pájaro azul” y “chasi largo” iba al conuco que tenia a unas
cuantas horas de su humilde vivienda, allí tenia sembrado todo tipo de hortalizas
y legumbres que casi siembre solventaban el déficit que había en su hogar, el
muchacho nunca estaba quieto pues trataba de hacer lo que su robusto cuerpo
soportara, aparentaba 15 años aunque tenia 12 y hacia todo esfuerzo para ayudar
a su familia y cubrir sus propios gastos, comenzó a trabajar en una clínica dental
con el Dr. Yépez, me dijo: “de inmediato
pensé este es un buen empleo para mi, Aquí Podré Obtener mi corona sin que me cueste mas que
mi Trabajo” pues le faltaban los dientes delanteros, su trabajo era bien fuerte y caluroso, en un cuarto
pequeño fundía oro con un soplete y un sapo de hierro, haciendo laminas de oro
ligada con polvo de bora, un medio de plata y un pedacito de cobre, para ser incrustada
y vulcanizaba las planchas; comía después
de los dueños, trabajaba y trabajaba y aun le quedaba tiempo para jugar con su
amiguito Manuel el cual era bien particular pues tenia 6 dedos, pero Rogelio fue
engañado, el señor Yépez le había ofrecido el puente el cual lo entusiasmo
mucho mas, empezó a preparar su corona dental pero el señor la vendió a un
cliente que pago muy bien, preparo otra, llego otro cliente y la volvieron a
vender, eso hizo 3 veces, pues Rogelio con toda la firmeza de un niño de 12 años
renuncio aunque sabia lo importante que era para él, llego a su casa con la
mala noticia y la madre le comento que ya estaban escasos de comida, en eso
paso un muchacho que venia de Upata con 4 burros cargados de sillas entre
grandes y pequeñas para vender, se detuvo en su casa y la madre de Rogelio le
pregunto que si tenia sacos de maíz que le vendiera este le dijo “Si yo tengo 2 fanegas, pero están en mi
casa al otro lado de la montaña” su madre le dijo que se preparara para
subir con su burro en busca de las 2 fanegas de maíz, la señora Carmen le
preparo Catalinas, queso y un Telmo de café, vendieron las sillas rápidamente
en los botiquines del pueblo, dijo que comenzaron a adentrarse en las montañas,
jose le comento que no habían llevado ni siquiera un machete por si salía algún
animal salvaje, Rogelio respondió, ¡yo
siempre ando con Dios!, Tardaron 12 horas en llegar a la casa, el clima era
muy frío pero fue bien recibido por la madre de Jose, ya era de noche y este le
comento que era buena hora para cazar lapas o un venado que se la pasaba por
allí, Rogelio se sentía cansado por la trayectoria recorrida, guindo su hamaca,
me dijo que afuera había una especie de cochinero, el esperaba levantarse
temprano para regresarse a su casa pero una fiebre no lo dejo recuperarse sino
en cinco días, cuando ya se sintió mejor le monto los 2 sacos a pájaro azul, un
racimo de cambur titiaro, además de botellas con agua y la paleta de un venado
asado que había cazado Jose, Rogelio dijo que el camino era muy largo para
llegar a su casa que quedaba en la Mesa de Chirica, él me comento que Chirica había
sido un campo donde libro una gran Batalla el Libertador, Rogelio el muchacho
de Oriente es la cultura viva del trabajo, del entusiasmo y positivismo.
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