Mi bisabuela tenia
por costumbre levantarse muy temprano, me atrevería a decir que casi no dormía,
yo la sentía caminar con su arrastrar de chancletas y su ligero cuerpo de una
delgadez inolvidable, oía los enseres o como ella diría los corotos de la
cocina, olla ,plato, cuchillo, en fin todo lo que pudiera sonar sin cuidado
alguno, todos los muchachos que vivían o nos quedábamos en vacaciones en la
casa paterna, sentíamos molestia por la bulla,
pues a que niño le iba gustar pararse a la 5:00 de la mañana un sábado, domingo o día feriado, pero para ella no había
fin de semana que le permitiera dormir al menos hasta las 8:00, de lo que si estábamos seguros es
que al levantarnos teníamos nuestro buen desayuno hecho con las manos mas tiernas
y sabias que jamás vi., mis primos
consideraban que yo gozaba de osadía, y de forma unánime todos votaron
para que le preguntara por que se paraba
tan temprano a los quehaceres, porque no tomar un descanso los días feriados,
así lo hice, ella me miro con su ojos grande y azules como el mar que resaltaban
en esa hermosa cara negra, me contesto: “ debe se que no puedo olvida que cuando éramos chiquita nos paraban a la 4:00
de la mañana a Isabel y mi, a las 5 ya estábamos pegá en el molino con 3 sacos
de cacao, de grano, o maíz y la que terminaba primero pasaba pa´ el pilón, eso
no era ná porque mi mama me decia que ella trabajo el doble, se paraba mas
temprano y se acostaba mas tarde y sin pódese quejá porque la mataban a palo¨,
cuando escuche sus palabras llenas de un gran contenido sentí un inmenso dolor
que abarco todo mi ser, pues a los 9 años de edad cualquier dolor arropa el
tamaño, el pilón para ellas era su leal amigo, su protector, con sus fuertes y
pesados brazos se tomaban de las manos suyas para subir y bajar y extirpar los granos insolente que se
resistiera. los cantos en
esas horas de trabajo salían como una fabrica de inspiración,
“Pilón que todo lo miras, pilón que todo los sabes, que guardas secretos míos,
de mi abuela y de mi madre”. El pilón era
ese hombro para llorar, compañero, hermano,
que veían al levantarse con la
llegada del sol y lo dejaban para acostarse con la llegada de la luna. Las
piloneras esclavas expresaban en sus cantos de labor todo lo que le oprimía,
además servia de proceso catártico.
Hasta hace poco estos
implementos de trabajo eran usados en muchos pueblos, quizás aun queda residuos
de alguno ellos, familias que mantienen este hacer como parte de tradición con
el sabor particular de la arepa de maíz pelao, el olor de café recién molío, hay
una perpetuación en los sabores y olores que los afrodecendientes mantienen.
Mi abuela, mi
bisabuela molineras y piloneras natas no tenían un sueño profundo, mucho menos
la tranquilidad y el descanso porque aun faltaban muchas madrugadas para
alcanzar la igualdad, el respeto, y la dignidad para mi , para mis hijos y los
hijos de mis hijos, ellas estaban claras que no verían ese día en que el sol
saldría con rayos de libertad, social, libertad racial, económica, moral, por eso
en cada madrugada en que se paraban a colar el café y hacer las arepas para que
fuéramos al colegio, e iban a nuestra cama para levantarnos y sin
querer hacerlo, ellas insistían porque sabían que estudiar era una
esperanza, una oportunidad de llegar donde ellas no habían podido, decían: ¨ Yo no se leer ni escribir, no quiero
que sean como yo, los quiero ve echa pa´
lante” fui al colegio , a la Universidad como ellas
querían, como me hubiese gustado decirle
que su saber, su inteligencia, sus conocimientos, no eran menos que esa parte académica.
Cuando llego de visita a esa casa paterna que aun conserva esa
esencia de mi ayer… y miro el pilón , el
molino, miro también mi niñez y a mi
bisabuela caminando por la cocina, sirviendo el desayuno , a mi papá, a todos
los familiares que ya no están. Doy
gracias a Dios por la perpetuación de sus enseñanzas y de aquellas madrugadas
que impulsan mi esperanza
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