Una señora mayor llamo a
las Orquídeas parasitas, de inmediato le
pregunte porque las llamaba así, ella respondió ¡hay mija! Siempre las he
llamado así y en mi tierra la llaman igual. Las orquídeas aparecieron en época
de la colonia, fue importada como otra mercancía a Europa, aunque al ler
historia referente a la conquista en América casi no aparece nada sobre
orquídeas, como se sabe los españoles que llegaron a estas tierras no eran muy
cultos, no eran poetas, científicos ni investigadores no buscaban flores sino
oro, perla, diamante y otros minerales y piedras preciosas, a los españoles de
ese entonces le faltaba la capacidad de apreciación y entendimiento de las
bellezas incomparables que le ofrecía la naturaleza de estos lares. Las
Orquídeas, son una inspiración de la madre naturaleza y sobre saturada de
talento artístico, imaginación y energía. Solamente así puede nacer la familia más
grande de las plantas, más de treinta mil especies. Las orquídeas han sufrido
porque son bellas y son raras por eso han sido objeto de codicia humana. La
fiebre de las orquídeas es como la fiebre del oro, engendro de matanza, Árboles
cortados, bosques devastados, paisajes desolados. En el siglo XIX, las orquídeas fueron los indios del
mundo vegetal. El hombre blanco mataba sin consideración a los indios para apropiarse
de sus tierras, a lo igual que a las catleyas como también se le conoce a las orquídeas.
Venezuela ocupa el cuarto país en biodiversidad de orquídeas, se dice que son
mágicas y hechiceras, son tan diferente que ese no se que inexplicable la hace
fascinante, despertando desde los mas sublimes pensamientos hasta las mas sensuales y eróticas pasiones “tentadoras”. A mediado de los siglos XVIII y
XIX, Inglaterra se mantuvo como la principal importadora de orquídeas esta
planta fue enviada por Mr. Ward, distinguido caballero inglés establecido en
Caracas y recibida por el señor Green quien la regalo a la señora Moss de
otterpool para su colección. Esta planta es tan criollita como el cariaquito
morao, cuando la arrancaron de su cerro sin importancia alguna, no midió los
celos que iba a despertar entre las pálidas flores invernales, según la leyenda
criolla nuestra flor nacional con el nombre de “parásita” había hecho feliz a
lindas novias indígenas además de ofrecer sus encantos y mieles a los tucusos,
reinitas y abejas, la enviaron de turista a la fría Albión, le pusieron un
nombre Musiú, Catleya Moussiae en obsequio a su cultivadora de ultramar
trataron de hacerla pasar por aristócratas, la entronizaron, la nombraron “reina de las flores”.Las floristerías
enseñaban a la indiecita como a una Diosa y la colocaban para explotarla en
finos floreros de baccarat, vendiéndola a peso de oro. La indiecita con
nostalgia de volver para lucir en los cerros del Ávila con su colora y con la
ansiedad de sentir los besos de los azulejos la hacían llorar. Soñaba con la
blanca neblina de Boquerón con el rumor de los manantiales despeñándose hacia
las laderas para regar a sus hermanas de galipan y poder pintarrotear el
paisaje y jugar con las curruñatas cuando venían a cosquillarla y comer
mosquitos que venían a desayunarse en su nectario, fue arrancada de su ambiente
desprendiéndola de sus farallones para acomodarla en invernaderos artificiales,
no pensaron que por su sabia corría sangre indígena de aquella de los caciques
de caracas.
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