Hace días
les decía a algunos alumnos después de oír un polémico debate del qué dirán, y el temer al juicio social; que lo más sano cuando
se tiene dudas, por las toma de decisiones
o algún problema que aturde, es consultar
al corazón que siempre tendrá la mejor
respuesta y si se llegase a equivocar, pues,
va hacer sin remordimientos; la otra
opción es consultar a un especialista, que de forma profesional pueda orientar, pero lo que nunca se debe hacer es aceptar consejos de quienes
no tienen el mínimo de experiencia en problema o en el campo. En eso recordé un cuento del
Español Francisco J. Briz Hidalgo; que compartí
y hoy lo comparto con ustedes.
EL
CUENTO DE El Abuelo, El Nieto Y El Burro
Un abuelo
y su nieto salieron de viaje con un burro. El nieto había pasado las vacaciones
con su abuelo y ahora volvía a casa de sus padres para empezar nuevamente el
colegio. A ratos, el abuelo o el nieto se subían al burro y así iban haciendo
el viaje más cómodo.
El primer día de viaje llegaron a un pueblo. En ese momento el abuelo iba sentado sobre el burro y el nieto iba caminando al lado. Al pasar por la calle principal del pueblo algunas personas se enfadaron cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando. Decían: - ¡Parece mentira! ¡Qué viejo tan egoísta! Va montado en el burro y el pobre niño a pie. Al salir del pueblo, el abuelo se bajó del burro. Llegaron a otro pueblo. Como iban caminando los dos junto al burro, un grupo de muchachos se rió de ellos, diciendo: - ¡Qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarse, van los dos andando. Salieron del pueblo, el abuelo subió al niño al burro y continuaron el viaje. Al llegar a otra aldea, la gente exclamó escandalizada: - ¡Qué niño más maleducado! ¡Qué poco respeto! Va montado en el burro y el pobre viejo caminando a su lado. En las afueras de la aldea, el abuelo y el nieto se subieron los dos al burro. Pasaron junto a un grupo de campesinos y éstos les gritaron: - ¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal! El anciano y el niño se cargaron al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente acudió de todas partes. Con grandes risotadas los pueblerinos se burlaban diciendo: - ¡Qué par de tontos! Nunca hemos visto gente tan tonta. Tienen un burro y, en lugar de montarse, lo llevan a cuestas. Al salir del pueblo, el abuelo después de pensar un buen rato le dijo a su nieto: - Ya ves que hay que tener opinión propia y no hacer mucho caso de lo que diga la gente.
Así que, queridos lectores lo mejor es tener un juicio
propio y arriesgarnos a vivir salga bien o mal, la humanidad está allí, nunca
va a parar la cultura de hablar por hablar y por eso tenemos que seguir.
El primer día de viaje llegaron a un pueblo. En ese momento el abuelo iba sentado sobre el burro y el nieto iba caminando al lado. Al pasar por la calle principal del pueblo algunas personas se enfadaron cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando. Decían: - ¡Parece mentira! ¡Qué viejo tan egoísta! Va montado en el burro y el pobre niño a pie. Al salir del pueblo, el abuelo se bajó del burro. Llegaron a otro pueblo. Como iban caminando los dos junto al burro, un grupo de muchachos se rió de ellos, diciendo: - ¡Qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarse, van los dos andando. Salieron del pueblo, el abuelo subió al niño al burro y continuaron el viaje. Al llegar a otra aldea, la gente exclamó escandalizada: - ¡Qué niño más maleducado! ¡Qué poco respeto! Va montado en el burro y el pobre viejo caminando a su lado. En las afueras de la aldea, el abuelo y el nieto se subieron los dos al burro. Pasaron junto a un grupo de campesinos y éstos les gritaron: - ¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal! El anciano y el niño se cargaron al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente acudió de todas partes. Con grandes risotadas los pueblerinos se burlaban diciendo: - ¡Qué par de tontos! Nunca hemos visto gente tan tonta. Tienen un burro y, en lugar de montarse, lo llevan a cuestas. Al salir del pueblo, el abuelo después de pensar un buen rato le dijo a su nieto: - Ya ves que hay que tener opinión propia y no hacer mucho caso de lo que diga la gente.
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